La recesión se ha generalizado en las economías de la Unión Europea. La camisa de fuerza de la ortodoxia monetarista como el injustificable sometimiento a la austeridad y equilibrio presupuestal están ofreciendo sus verdaderos resultados: desempleo masivo; estancamiento y caída de los salarios y la inversión; y crecientes transferencias en beneficio de las rentas financieras, ya de por sí altas.

No solamente los llamados países de la periferia europea están en recesión sin perspectivas de recuperación como Grecia, España, Portugal e Italia. Ahora también se les agregan Francia y Alemania y fuera de la zona euro, también el Reino Unido.

Así, por casi todo el mundo y especialmente en Europa, los pueblos están sometidos a los rigores de la economía financiarizada. Los bienes públicos se han transformado en enormes espacios de ganancia que están dañando la economía de las familias y especialmente de aquellas más pobres y marginadas. Los ingresos de los asalariados están cayendo en muchos países, no solamente de los empleados del sector público, sino también están descendiendo las pensiones, las ayudas a las familias sin trabajo. Hasta situaciones verdaderamente grotescas, como por ejemplo, la privatización de la lotería en Grecia, o cobrar el acceso a los servicios de comedor a los niños en las escuelas en España. Cualquier evento por intrascendente que sea puede ser citado por las agencias calificadoras para modificar la calificación de las primas de riesgo. Como las recientes confrontaciones políticas internas en Italia que están siendo utilizadas para castigar la prima de riesgo de la deuda. Todo ello con fuerzas opositoras crecientes pero que lucen débiles y aisladas como para poder frenar la profundización del deterioro económico, social y político. Ese vacío político está siendo ocupado rápidamente por ideólogos y políticos procedentes del sector financiero y poderosas corporaciones, que incursionan en los diferentes instituciones del Estado, y regresan a sus lugares de origen tan pronto generan condiciones para imponer la sorda privatización de los bienes públicos. Todo ello da claras muestras de que el sistema financiero está manejando riendas altamente peligrosas, que amenazan con profundizar la crisis y llevar al límite la concentración.

Los beneficiarios de todo ello son las reducidas élites financieras alemana, francesa e inglesa, principalmente. Muy bien representados por sus propios miembros que concentran de esa manera todo el poder de los gobiernos. Elites que a toda costa han decido una cruzada radical en pro de la concentración de la riqueza en su favor, sin ceder un ápice en sus intereses, aunque el costo de esta cruzada sea tan alto que se empiece a manifestar en la desaceleración de sus economías y las secuelas para los siguientes años. Entre sus intereses más importantes está el vigilar al sistema bancario de Europa en general, pero en particular el griego y español puesto que la dinámica competencia conduce a la creciente concentración. Aunque todo ello represente un atentando contra los principios básicos de autodeterminación.

El poder de la financiarización se expresa también en el conflicto que vive Estados Unidos por lo que se ha dado en llamar el “abismo fiscal”. Cuyo desenlace por ahora mantiene los enormes condicionamientos sobre la política económica del gobierno demócrata del presidente B. Obama. Todo ello está contribuyendo para reforzar las condiciones prevalecientes y dar más poder el capitalismo financiarizado para avanzar en sus próximas conquistas, seguramente en América Latina.

Un actor clave de este proceso ha sido la clase política, de cualquier signo, la cual ha colaborado de manera sistemática hasta convertirse en un agente más de la financiarización. Una inmensa mayoría de esa clase sigue promoviendo la idea absurda de que los bajos salarios, la austeridad, el aumento de impuestos (que van en mayor medida al sector financiero),  y la concentración de la riqueza pueden hacer frente a la crisis y generar crecimiento sostenido. Cuando en realidad están promoviendo que todo refluya al sistema financiarizado, tanto por las ingentes magnitudes destinadas directamente a su salvamento, como por otros mecanismos, lo cual contribuye al hundimiento de la sociedad en su conjunto. Mientras aquel se hace cada vez poderoso, los Estados y las sociedades quedan en la indefensión. Se trata de la reproducción a escala planetaria de lo que pasa en Grecia. Aspectos de este complejo proceso se abordan de diversa manera en al presente entrega de olafinanciera.unam.mx.

La sección Clásicos reproduce un texto de John Maynard Keynes que pone en el centro de la reflexión el viraje de lo que llama el “internacionalismo económico” y la importancia de la “autosuficiencia nacional”, donde se abordan determinadas condiciones bajo las cuales resulta altamente recomendable “estar tan libres como podamos de las interferencias del mundo exterior”. Igualmente argumenta la idea, que en buena medida está viviendo el mundo entero, que plantea que “la Nación, en su conjunto, será seguramente más rica si se usa a los hombres y a las máquinas sin empleo”. Texto, sugerido por Orlando Caputo, que en el contexto actual resulta fundamental su reflexión.

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